Estrategia

La diferencia entre riesgo asumido y materializado

Sí, lo sé, difícilmente podría haber elegido un nombre menos sexy y menos optimizado para el SEO (¿habrá buscado alguien alguna vez en google riesgo asumido y materializado?), pero es una entrada que quería escribir ya que en los últimos meses he tenido varias conversaciones que me preocupan.

Llevamos ya casi un año en el que todas las inversiones han subido considerablemente y corremos el riesgo de perder la perspectiva de los riesgos asociados a cada una de ellas y tomar posiciones cada vez más y más arriesgadas. Por eso quiero hacer un repaso a cómo evaluar los riesgos, ya que aunque a veces no los veamos siguen estando ahí. Esta entrada también es un poco más conceptual que las que escribo habitualmente, pero es una de las piezas centrales sobre la que construyo mi estrategia de inversión y, por tanto, de este blog.

Riesgo asumido y materializado

Ejemplo de riesgo asumido
Ejemplo de riesgo asumido [Instagram]

Creo que no es fácil describir la diferencia entre riesgo asumido y materializado con palabras, pero en Instagram he encontrado ejemplos que lo ilustran a la perfección. Los riesgos se asumen en el momento en que te subes a lugares peligros para sacarte la foto, independientemente de que lo que suceda a continuación. El riesgo pasa de asumido a materializado cuando te caes. Y, aunque hayas subido cien veces y no te hayas caído, el riesgo sigue estando ahí.

El mundo de la inversión tiene ciertas similitudes con los selfies de Instagram: los riesgos siguen estando ahí aunque haga mucho tiempo que no se materialicen. Las burbujas se forman cada cierto tiempo, la renta variable va a sufrir una caída del 10% cada 1-2 años y del 30-50% cada década, y los tipos de interés volverán a subir en algún momento. El problema es que todas estas cosas tienen una componente aleatoria. Igual que el instagramer no puede predecir si se va a caer esta vez para evitar subirse, nosotros no podemos predecir cuándo van a suceder este tipo de cosas.

Por eso comentarios del tipo: “llevo invirtiendo 6 meses en esta plataforma y todo va bien, no es una estafa”, “el precio de Bitcoin rompe su mayor resistencia y ahora ya solo puede subir hasta los $70.000”, “la acción de Tesla caerá en picado un 87% hasta acabar en un precio de $90” en realidad no dicen nada sobre el riesgo que estamos asumiendo. Lo único que dicen, en el primer caso, es que ningún riesgo se ha materializado en esos 6 meses, y que un analista opina sobre las posibilidades de que esos riesgos se materialicen en los otros casos.

¿Cómo medir el riesgo asumido?

El riesgo asumido se puede medir a partir del impacto que sufriríamos en caso de que se materialice el riesgo y la probabilidad de que eso suceda. Pero la economía es una ciencia empírica, por lo que no es posible cuantificar estas variables de forma exacta y tenemos que utilizar e interpretar datos históricos para realizar nuestras estimaciones. Por eso se suele realizar una aproximación a partir del porcentaje máximo del capital invertido que ha llegado a perderse en un horizonte temporal concreto. Es decir, qué porcentaje del capital invertido podría llegar a perderse y con qué frecuencia suele suceder.

La página Portfolio Charts tiene una serie de herramientas muy útiles para analizar este tipo de datos. En este caso voy a utilizar el gráfico Long Term Returns, gráfico que permite ver la dispersión de la rentabilidad obtenida en función del horizonte temporal de inversión desde 1970. He seleccionado una cartera 100% Renta Variable de Estados Unidos ya que suele ser la información más fiable.

Dispersión de la rentabilidad anual en función del horizonte temporal, cartera 100% RV USA [Portfolio Charts]
Dispersión de la rentabilidad anual en función del horizonte temporal, cartera 100% RV USA [Portfolio Charts]

En este gráfico podemos ver cómo el rendimiento anual de una inversión 100% en renta variable ha oscilado entre un -40% y un +35% a un año, -10% y +25% a 5 años, -3% y +15% a diez años y +2% y +15% a 15 años. Pero también podemos ver que en horizontes inferiores a 5 años, habríamos obtenido una rentabilidad anual negativa en más de un 15% de las ocasiones (el sombreado rojo incluye el peor 15%), por un 10% en horizontes a 10 años y ningún caso en horizontes superiores a 15 años.

En resumen, aunque la mediana (lo más frecuente al tratarse de una distribución normal) está en torno a un 8% en todos los horizontes temporales, el riesgo de sufrir pérdidas varía dependiendo del mismo, reduciéndose según se aumenta el horizonte temporal. De ahí afirmaciones como “el horizonte temporal mínimo para invertir en bolsa son 5-10 años”.

Otros gráficos interesantes para medir el riesgo asumido:

  • Risk and Return: Matriz en la que combinar distintos tipos de rentabilidades y formas de medir el riesgo
  • Rolling Returns: Rendimiento medio anual para un horizonte determinado por año de inicio de la inversión
  • Drawdowns: Profundidad y duración máxima de la caída

En el caso de las inversiones alternativas no tenemos histórico para hacer este análisis, por lo que tenemos que ser nosotros los que definamos estas hipótesis. Lo más habitual es asignarle un 100% de pérdida máxima (la totalidad del capital invertido) y hacer una estimación de la probabilidad de que esto suceda a partir de otras estadísticas relacionadas.

Para las start-ups uso estadísticas históricas generales (>20% anual), para el crowdlending previsiones de las agencias de deuda en los bonos high-yield (>4-6% anual) y ni idea en el caso de las cryptos. Pero diría que la probabilidad de sufrir pérdidas es más parecida a la de las start-ups que a cualquier otra.

Riesgo asumido en la práctica

La realidad es un poco diferente a la teoría: ningún inversor invierte todo su capital de golpe y luego se está 15 años viendo cómo evoluciona. Lo normal es generar capital mes a mes e invirtir con cierta periodicidad, por lo que nuestros resultados en realidad son una combinación de las distintas curvas (15 años para las primeras aportaciones, 10 para otras y 1 para las últimas), lo que hace que los resultados a largo plazo converjan todavía más a la mediana y que sea muy difícil que se den los resultados de los extremos. Por eso para el inversor lo relevante es la rentabilidad real (MWR) mientras que para evaluar al gestor se usa la teórica (TWR).

Pero aunque esto sea un ejercicio bastante teórico, es importante tener en cuenta el riesgo asumido a la hora de comparar los rendimientos de las distintas carteras. Alguien que invierta de manera diversificada siempre va a tender a estar cerca de la rentabilidad media mientras que el que lo haga de manera concentrada estará habitualmente más cerca de los extremos.

Cuando se empieza a invertir es normal pensar que se es más listo que los demás y que por ello estarás en el extremo superior por el sesgo cognitivo (efecto Dunning-Kruger) que nos lleva a sobreestimar nuestra habilidad debido a la incapacidad para reconocer la propia ineptitud. Y puede que estés en el extremo superior durante unos años, pero si haces continuamente un all-in, un solo año en el extremo inferior te devuelve a la casilla de salida (materialización del riesgo). Puede que inviertas en Tesla y batas al resto de inversores por goleada, pero eso no sirve de nada si luego reinviertes ese capital en un Hertz o un Banco Popular.

Conclusiones

Royal Flush, la mejor mano que existe
Royal Flush, la mejor mano que existe

Mucha gente dice que invertir es como ir al casino, que es como jugar a la ruleta: “o doble o nada”. Y esta es la actitud de muchos inversores que buscan el pelotazo, pero yo creo que las inversiones (y la vida) es más bien como jugar a póker [Medium]. Hay información pública a la que todos podemos acceder (cartas en la mesa y reacciones, informes y opiniones), otra que solo nosotros conocemos (nuestras cartas, nuestro conocimiento), y al final tenemos que tomar decisiones con información incompleta (las cartas del resto, lo que no conocemos). Y puede que ganemos porque hemos tomado buenas decisiones o por mera suerte.

En una partida el mejor jugador del mundo puede perder una mano a pesar de haber tomado buenas decisiones simplemente porque el otro llevaba mejor mano posible por improbable que sea (suerte). Y es que, al haber una componente de aleatoriedad, el proceso de toma de decisiones no se traduce directamente en resultados. Pero a largo plazo, el saber medir las probabilidades (riesgos) y tomar la decisión más apropiada en cada caso (cuánto invertir en cada activo), es lo que acaba marcando la diferencia.

No hagas all-in si no tienes una probabilidad muy alta de ganar, y menos si ni siquiera sabes cuál es la probabilidad de hacerlo. No conviertas en gurú al que ha ganado una partida, y menos aún pagues su curso. No cambies de estrategia porque alguien presuma en Twitter de resultados a corto plazo. Los de los extremos solo hacen ruido cuando están en el extremo superior, y nadie se acuerda de ellos cuando están en el inferior.

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